Tenemos el deber de ser eficaces



No tuviste ni un día de felicidad. Desde que naciste todo fue sufrimiento. Tienes muchísimo miedo y la certeza de que están por hacerte algo horrible. Puedes ver sangre por todos lados. Es la peor situación imaginable. Unas personas te cuelgan de un gancho, apoyan un cuchillo en tu panza y empiezan a abrirte. Sabes que es el fin. No hay futuro para ti. El universo no fue lo suficientemente justo como para darte un chance. Pero quieres que esto se acabe para siempre. Y sabes que hay personas que se dedican a trabajar para que esto no siga ocurriendo.

¿Cómo quieres que sean los activistas que te defienden?

Todos los años, cientos de millones de animales mueren incluso antes de llegar a los mataderos. Viven en condiciones tan malas que sufren hasta morir.

Si fuésemos una de las víctimas, aunque sea por unos segundos, entenderíamos inmediatamente cuán necesario es que los activistas hagamos todo lo posible por ser más eficaces. Comprender los horrores del sufrimiento nos debería llevar a la conclusión de que es importante que seamos los mejores activistas que podemos ser.

Sin embargo, la mayor parte de nosotros aún no piensa ni por un momento en cómo ser mejores activistas.

Si los animales pudiesen comprender toda la situación y ver quiénes son los que luchan por acabar con el infierno que padecen, estarían muy decepcionados. Sabrían que su padecimiento se va a prolongar por muchísimo tiempo porque no estamos pensando en cómo actuar con inteligencia.

Parece que no estamos siendo muy eficaces, ideas y frases como “todo cuenta”, pueden estar haciendo mucho más daño del que pretendemos evitar. Así como podemos entregar un buen mensaje, podemos también entregar un muy mal mensaje, y esto último es mucho más probable, debido a que los motivos para ignorar a los otros animales sintientes siguen siendo muy pesados, lo suficiente como para que aún con todo el activismo que hubo y hay, mueran aproximadamente 4.700 animales POR SEGUNDO, únicamente para alimentación humana.

Si hay una forma de contribuir que salva a muchos más animales, entonces deberíamos realizar esa, si es que realmente nos importan esos animales. Antes de embarcarnos en una actividad en defensa de los animales, deberíamos pensar:

¿Es esta la forma más efectiva de invertir nuestro tiempo? ¿Es esta la mejor intervención que podemos realizar?

Si pensamos que hay que proteger a los animales y salvar a la mayor cantidad posible, entonces tenemos la obligación moral de pensar cuáles son las formas más efectivas de ayudarlos. Tenemos que preguntarnos si estamos transmitiendo nuestro mensaje del mejor modo posible.

Hay muchas personas que ridiculizan las posturas a favor de otros animales. Explicarles sobre la importancia de su consideración puede ser a veces difícil, pero tenemos que hacer lo posible por minimizar las barreras. ¿Les hacemos un servicio a los animales al responder a las burlas con hostilidad e indignación? ¿Incrementa las chances de que esas personas comprendan nuestra posición y empaticen con los animales?

Como activistas por los animales, nuestro rol no es “darle a esa persona lo que se merece” o “vengarnos”. En vez de hacer eso tenemos que preguntarnos qué podemos hacer para persuadirlos.

Ser activistas eficaces requiere que aprendamos a manejar las burlas y las críticas de la mejor forma posible. Tenemos que resistir la tentación de atacar a quienes nos ofenden, algunas de las personas que se burlan de los derechos animales pueden ser quienes estén más cerca de entender la posición. La cuestión les puede preocupar mucho, y justamente por eso reaccionan defensivamente y critican. Dar respuestas agresivas o sarcásticas no suele ayudar a los animales. Cuando hacemos eso estamos meramente reaccionando a algo que nos ofende sin pensar qué es lo más eficaz.

Tenemos que ser capaces de poner a quienes defendemos por sobre nuestros deseos de venganza.

Es importante que recordemos esto incluso cuando vemos fotos de cacerías. Al reaccionar violentamente, puede que todo lo que logremos sea descargarnos y quedar bien con nuestro grupo de pertenencia. Mientras para la mayor parte de la población que no está involucrada es muy probable que parezcamos personas agresivas y poco razonables.

Incluso quienes están en contra de la caza pueden pensar que algunos activistas son “excesivamente intolerantes, agresivos, personas que se creen moralmente superiores, molestos”. ¿Suena familiar? ¿Tendrías ganas de unirte a un grupo al que se lo describe con esos adjetivos?

Lo más probable es que la mayoría de las personas que cazan, maltratan o demandan productos que implican sufrimiento animal no se percatan del daño que causan. No pensaron en el tema. No se ven a sí mismos como personas malas o que hacen cosas malas. No son villanos. Por eso debemos difundir usando nuestra empatía y racionalidad.


Debemos hacernos preguntas como: ¿Acaso dedicarnos a asociar las dietas crudas con el respeto por los otros animales sintientes acerca a más personas a esta idea, o las aleja? ¿Acaso remueve barreras o las multiplica? Asociar nuestro activismo con cosas de ese tipo puede retrasar la construcción de una moral que incluya a los otros animales sintientes. Y cada vez que se retrasa, más animales sufren y mueren.

Probablemente la popularización de términos como “crudiveganismo” se da porque no pensamos lo suficiente en los animales y en cómo trasmitir nuestro mensaje eficazmente. Lo mejor que podemos hacer es dirigir la atención a lo que sí nos hace avanzar en la dirección correcta: la empatía y el razonamiento. Cada vez que nos alejamos sustancialmente de los estándares de la sociedad estamos poniendo barreras a nuestro mensaje.

¿Acaso nuestras preferencias personales valen más que los intereses de los animales?

Si nuestro estilo personal impacta negativamente nuestra capacidad para hacer activismo, deberíamos pensar seriamente en modificarlo. Si podemos hacer algo para remover barreras y ser más agradables y eficaces, sin que eso nos represente un gran sufrimiento, entonces deberíamos hacerlo. Tenemos que ser los activistas que los animales se merecen.

Ya que gran parte de nuestro trabajo como activistas implica el interactuar con personas que aún no tienen mayor consideración moral por otros animales, es vital que hagamos un esfuerzo por entender cómo piensan. Si hiciésemos eso veríamos que cuando alguien dice “las plantas sienten” o “comer animales está bien porque así es la cadena alimenticia” o “la carne es necesaria”, casi siempre cree de verdad en eso.

Las personas suelen creer esas cosas porque no pensaron demasiado en el tema. Y lo que deberíamos hacer, como activistas, no es humillarlos y reírnos de ellos, sino pensar de antemano en las mejores respuestas posibles a esas preguntas tan comunes. Tenemos que informar a las personas respetuosamente. El hecho de que las personas se equivoquen y no sean expertos en esos temas es aceptable. No significa que sean malvados o tontos, sino que no saben lo suficiente. Hay que tener eso en cuenta y elegir expresarnos con cuidado y empatía.

Reírnos de las posturas especistas haciendo imágenes puede ser entretenido y además contribuye a que todos sepamos cómo lidiar con ciertos argumentos. Pero esos memes pueden ser problemáticos si nos hacen pensar que esas personas son tontas y malvadas. Creer eso no contribuye a mejorar la situación de los animales. Por el contrario, su efecto principal es el de separar y hacer que todo se trate de una guerra alimentada por el desprecio entre clanes opuestos.

A veces es difícil resistir la tentación de agredir o burlarse de otros. Es entendible que nos equivoquemos. Pero tenemos que apuntar a hacerlo cada vez menos. Nuestras comunidades suelen celebrar más el despreciar a otros que el hacer cosas útiles por los animales. Uno puede comprobarlo al compartir un montón de cosas horribles e irracionales sobre alguien que haya maltratado animales. La aprobación lloverá para esa persona, y el espiral de odio se hará más y más grande. Pero el odio es justamente la emoción que menos necesitamos a la hora de interactuar con personas que aún están desinformadas.

Tenemos que motivar a los activistas a que hagan cosas útiles, no a que se limiten a alabar al grupo de pertenencia y a criticar al “enemigo”. Deberíamos dejar de pensar como una tribu y adoptar la mentalidad de un grupo que tiene el claro objetivo de acabar con el especismo.

Los animales nos necesitan. Es muy importante que quienes quieren ayudarlos reconozcan la relevancia de todos estos temas.

Escrito por Ariel Narukami.


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